martes, 7 de marzo de 2017

Susanna Tamaro: una entrevista

A modo de presentación:

Susanna Tamaro es humilde y silenciosa, sedentaria por naturaleza y profundamente reflexiva.

Yo diría que algo introvertida y desde luego reservada, ama el otoño y teme los petardos, los gritos, el estrépito y el hecho de “tener” que divertirse a toda costa, es por ello que no celebra la Noche de San Silvestre.

       Detesta el triunfalismo, la demagogia y las cortinas de humo. El que no la conoce tiende a considerarla cerrada, neurótica, de malas pulgas. Pero de sus libros se desprende que sus amigos la aprecian y que ella valora enormemente la amistad.

       Vive en una granja en el campo, rodeada de animales.

Empezamos:

¿Hace más de veinte años abandonó la ciudad para mudarse al campo, qué le impulso a llevar a cabo ese cambio?

El cuerpo fue el que me obligó a dar aquel gran paso: una bronquitis asmática me estaba impidiendo respirar, necesitaba aire puro.

¿No le preocupaba sentirse sola?

La soledad es el medio más extraordinario para entrar en intimidad con nosotros mismos.

De cualquier forma no vivo sola, es cierto que no  tengo una familia al estilo convencional, aunque tengo un sentido de la familia muy grande, es algo profundamente innato en mi persona, pero en cierto momento comprendí que no deseaba hijos ni una familia tradicional. No obstante, en casa vivimos siete personas y hemos llegado a ser hasta 12, me gusta tener gente alrededor.

Mi primera entrada sobre usted es una pequeña reseña sobre su libro Donde el corazón te lleve, fue un éxito de ventas, el libro que le dio la fama, sin embargo para usted parece ser un lastre que le encasilló en un tipo de literatura sentimentalista.

En las entrevistas he repetido, hasta dormirme yo misma de aburrimiento, que el “corazón” del título no es el que palpita por una cita o por una mirada, sino la totalidad más profunda del hombre, la imagen del sitio físico en que la razón y emoción se enlaza armoniosamente y se funden en algo más grande.

Lo he dicho y reiterado, pero ha servido de poco o nada: he seguido siendo la experta en intrigas sentimentales. ¡Y pensar que no hay un solo asunto que yo sienta tan sideralmente lejano!

Fue duramente criticada por su colaboración en la revista Famiglia Cristiana. ¿Cómo surgió aquella colaboración, cómo fue la experiencia, le afectaron aquellas críticas?

Cuando Famiglia Cristiana me planteó su oferta yo ya había rechazado algunas propuestas de otras publicaciones en las que me ofrecían comentar los grandes temas de actualidad. Lamentablemente, no siento inclinación por ese tipo de reflexión, soy lenta al enfocar bien las cosas y aún más lenta e indecisa en extraer de ellas cualquier conclusión.

En la oferta de Famiglia Cristiana había algo diferente, más adecuado a mi persona, me pedían que expusiese una especie de diario epistolar, en el que podría hablar con gran libertad. Después de largos titubeos acepte la oferta.

Durante los primeros meses experimentaba una terrible ansiedad que poco a poco fue desapareciendo. Al principio fue verdaderamente difícil, para llevar a su término cada carta – entre incertidumbres, dudas, miedos de no conseguirlo – empleaba dos o tres días. Después poco a poco todo se volvió más fácil y la nota semanal, se convirtió en un pequeño oasis feliz.

No tiene ni idea de cuantas veces, a lo largo de esos meses, oí que me repetían monótonamente esta clase de frases: “me da vergüenza”, “jamás me ensuciaría las manos”, “te has vendido a la Democracia Cristiana”, y así siempre: una retahíla de frases reiterativas y previsibles cuyo único factor unificador era el disgusto y repulsión por la revista y por mi elección al colaborar con ella.

El juicio se ha convertido en un deporte popular. Toda persona que tiene la posibilidad de expresarse públicamente se considera de manera automática legitimada para imponer su verdad a los demás condenando sin posibilidad de apelación todo aquello que no sea conforme a dicha verdad.  Nos erigimos en jueces, convencidos que de tal manera manifestamos una superioridad de inteligencia y comprensión; en cambio, cuando juzgamos, hacemos exactamente lo contrario: el juicio es una jaula, una estrecha prisión en la que languidecen además de la libertad de ser, la comprensión y la inteligencia. Frecuentemente esconde sólo prejuicio y condena.

De cualquier forma aquellas críticas no fueron más que uno de los efectos secundarios de la notoriedad.

La notoriedad ¿le ha traído algo positivo? 

Por su puesto, por ejemplo, a lo largo de estos años he recibido muchísimas cartas extraordinarias por su humanidad, intensidad y profundidad. Son cartas que me dan también una gran felicidad en tanto que manifiestan la presencia, en nuestro país, de personas adultas y maduras que tienen la valentía de interrogarse a sí mismas y poner nuevamente las cosas en tela de juicio.

¿Qué busca en sus libros?:

En mis libros hay siempre una búsqueda sobre el fundamento de los sentimientos, sobre aquello que da sentido, arraigo y riqueza a una vida.

Escribir es una actividad estrechamente relacionada con la evolución de un autor. Los libros no deberían ser género pre-confeccionado.

A menudo recibo cartas de personas que quieren convertirse en escritores – o sienten serlo – y solicitan consejos para ascender más rápidamente los peldaños de esta carrera.  Entendida así, la escritura se parece a un trampolín para saltar hacia la visibilidad social, y, por lo tanto, se vuelve inútil para sí misma. En cambio, yo estoy convencida de que la escritura no sirve para hacerse ver si no para ver. Escribir es uno de los sistemas más simples y más profundos para aclarar el interior de uno mismo y para dejar un recuerdo de nuestras existencias.

Para relatar cualquier cosa hace falta una mirada, y la mirada pertenece a una persona. La mayor parte de las veces, aquello que se ha de relatar está muy cerca de nosotros, y, para ser relatado, requiere una gran simplicidad.

Lo importante es no volverse rígidos, no juzgar, no decidir a priori, sino mantenernos relajados y ligeros como un niño que juega.

Manifiesta cierto pesimismo respecto del mundo y la sociedad actual, cree que estamos abocados al desastre.

El periodo de las ideologías y de los grandes sueños utópicos ha terminado. En su lugar se ha formado un vacío, y este vacío da miedo. No existe ya la idea de la “construcción”, el concepto de que, construyendo, uno se construye a sí mismo. “Quiero lo máximo, lo quiero enseguida, lo quiero sin esfuerzo” parece ser la consigna de la sociedad actual.

Se ha implantado el Totalitarismo del ego: Todo aquello que me hace feliz es lícito, lo demás no me interesa. Y en este totalitarismo del ego se insertan las señales visibles de la degradación del corazón: la intolerancia, el racismo, la ausencia de compasión, de coparticipación, la incapacidad de escuchar.

Afortunadamente, algo está empezando a cambiar: cada vez mayor número de personas son conscientes de que la lucha por una calidad de vida mejor no es un lujo secundario, sino un derecho a vivir civilizadamente y una riqueza para dejar en herencia a quien nos siga.

¿A qué se dedica cuando no escribe?

Mi ocupación predilecta es la horticultura, cultivo un huerto a escasos metros de mi cocina, además siento pasión por las plantas medicinales.

Me interesa mucho la cultura oriental, desde hace años practico artes marciales, yoga y meditación.

Me gusta comenzar el día dando un paseo y correr al anochecer, es una forma de meditación, en estos tiempos tan confusos y contradictorios hay una gran necesidad de acercarse a la parte más verdadera y profunda de uno mismo.

Soy aficionada a la entomología y la ornitología. En mí pasión naturalista hay pocas cosas que me hayan fascinado tanto como la emigración de las aves.

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No tenía muy claro cómo enfocar esta nueva entrada sobre Susanna Tamaro para la iniciativa Adopta una autora. Cualquiera que busque datos objetivos sobre casi cualquier cosa o personaje con algo de proyección pública puede encontrarlos fácilmente entrando en Wikipedia.

Pero yo quería ir más allá de los simples datos objetivos: lugar y fecha de nacimiento, biografía, bibliografía, premios, si te interesan puedes encontrarlos como ya te he dicho en el siguiente enlace a Wikipedia.

Dando vueltas a este tema me surgió la idea de plantear mi presentación de la autora en formato de entrevista. Tendría que ser una entrevista ficticia puesto que acceder a ella habría sido maravilloso pero demasiado complicado. Tras darle muchas vueltas me decidí por esta opción, de esta forma ha sido la misma Susanna Tamaro quien se ha descubierto ante nosotros, sus reflexiones son las que han dado pie a mis preguntas.

 Sí, esta es una pequeña entrevista ficticia para la que he utilizado como fuente su recopilación de cartas para la revista Famiglia Cristiana. Una colaboración por la que fue duramente criticada. Yo misma tuve que vencer ciertos prejuicios cuando me planteé su lectura, pero fue una suerte dejarlos de lado porque Querida Mathilda es un libro interesante en el que la autora plantea, en formato epistolar, sus opiniones, sensaciones y sentimientos al respecto de numerosos temas: la infancia, la sociedad actual, el matrimonio, la educación, el dinero y el poder, la escritura…

En mi opinión, durante la mayor parte del libro deja a un lado sus creencias religiosas sin pretender aleccionar desde esa perspectiva, lo que para mí resulta muy grato e incluso llegan a sorprenderme algunos de sus puntos de vista.

La parte final si contiene cierta reflexión con cuya perspectiva no estoy muy de acuerdo. Pero si quieres saber a qué me refiero tendrás que leer el libro y sacar tus propias conclusiones, no seré yo quien juzgue a Susanna Tamaro.

Querida Mathilda. Susanna Tamaro. Seix Barral. Barcelona, 2001. 
192 páginas. 9,61 euros.




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jueves, 23 de febrero de 2017

En Lakonia: Monemvasia y Elafonisos

       De las tres penínsulas del sur del Peloponeso, Epidavros Limira es la que está situada al este. Es una región tranquila y hermosa, con mucho por descubrir, por lo que nos costó elegir nuestras paradas, pero al final nos decidimos por Monemvasia y Elafonisos, ya que sólo disponíamos de una jornada antes de poner rumbo al norte, pero es un lugar ideal si necesitas unos días de descanso.

Monemvasia es un pequeño pueblo medieval que se conserva prácticamente intacto, se encuentra ubicado en un islote de espaldas a tierra firme por lo que a simple vista queda escondido y sólo es posible el acceso a través de un puente.  

Se trata de un pueblo peatonal por lo que no es posible acceder con el coche, si tienes suerte como nosotros encontrarás algún hueco en la carretera de acceso, si no tendrás que dejar el coche en tierra firme y caminar hasta la única entrada del pueblo, porque Monemvasia significa precisamente eso: única entrada.

Piérdete por sus callejuelas, descubre sus bonitos rincones, pasea bajo las hojas de parra, disfruta de las hermosas vistas desde la ciudad alta. Es un lugar encantador.


Pasamos la mañana explorando la pequeña Monemvasia, pero el calor ya era intenso así que nos despedimos rumbo a Elafonisos, con la mente puesta en pegarnos un buen baño.

Elafonisos es una pequeña isla situada al sur oeste de la península de Epidavros Limira. Con largas playas de arena fina y aguas cristalinas es uno de los lugares más tranquilos y hermosos que visitamos a lo largo de este viaje. Si necesitas un buen descanso, alejarte del estrés de la vida diaria, si lo que quieres es disfrutar de no hacer nada más que descansar y comer bien, este es tu destino.

A la isla de Elafonisos se accede desde la costa de Pounta, en verano los barcos que llevan a la isla salen cada media hora y el trayecto es breve, ya que tan sólo hay 350 metros desde costa de Punta hasta Elafonisos.

Costa de Pounta


Nada más llegar paramos a almorzar en el puerto, donde pequeños restaurantes ofrecen un riquísimo pescado fresco y pasamos la tarde disfrutando de sus hermosas playas.

Puerto de Elafonisos

Habría sido fantástico poder pasar más tiempo en este lugar, podría decirse que es un trocito del Caribe en el Mediterráneo, pero los días iban pasando y aun teníamos varias paradas por delante antes de llegar a Atenas. De cualquier forma, no me cabe ninguna de duda de que algún día volveré a Lakonia con más tiempo para disfrutar de una de las regiones más tranquilas y hermosas de Grecia.




Próxima parada: Micenas, Nafplio, Xiropigado

jueves, 16 de febrero de 2017

Reportajes antifascistas

«La historia no tiene prisa». – I. Ehrenburg
        
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en el otoño de 1939, con la invasión del Corredor de Danzig (o Corredor Polaco) por parte del poderoso Tercer Reich, el nacionalsocialismo llevaba ya seis años gobernando Alemania. Durante ese tiempo (e  incluso desde algunos años antes) se encargó de ir perfeccionando su maquinaría de odio y represión, tejiendo poco a poco, una tela de araña que le permitiría someter a toda Europa al mayor grado de terror y destrucción que ha conocido su historia.

El ideario que alimentaba esta maquinaria no era nuevo. Racismo, xenofobia, antisemitismo, nacionalismo… ya habían enarbolado banderas en otras ocasiones, pero fue su gran capacidad logística la que permitió que las cifras se multiplicaran, esta vez, de una forma abrumadora.

Dentro de esta logística desarrollaron un papel fundamental los campos de concentración. Auschwitz, Mauthausen, Dachau, se hicieron tristemente famosos por el grado de desarrollo que el terror alcanzó en sus entrañas, pero la historia de estos recintos no comienza con el desalojo de los guetos si no mucho antes, nada más llegar el partido Nazi al poder. Uno de los primeros fue el ubicado en una fábrica de cerveza de la ciudad de Oranienburg, donde fueron internados muchos de los opositores y enemigos del partido Nazi, entre ellos el periodista y escritor holandés Nico Rost, que pasó allí varias semanas en el año 1933 y que tras su liberación, describiría en su libro Un campo de concentración en el Tercer Reich los métodos empleados por las S.S. y las S.A. para acabar con cualquier tipo de oposición y resistencia a sus planes. Nico Rost vivió en primera persona el nacimiento de este sistema de represión, que se iría perfeccionando con los años hasta alcanzar un grado de terror que el mismo Rost sufriría años después en Dachau.

Con el estallido de la guerra civil española las potencias occidentales, más preocupadas por el comunismo que por los regímenes fascistas, firmaran un Pacto de no intervención que Alemania e Italia no tendrán ningún interés en cumplir, el resto de democracias occidentales abandonarán al régimen democrático español escudándose en este Pacto y mirando hacia otro lado mientras Hittler y Musolini prueban sus poderosas armas de guerra contra la población española. Una vez más, la historia no tiene prisa y años más tarde occidente sufrirá los siniestros planes del nacismo.

La República Española fue abandonada por las democracias occidentales, pero un amplio número de escritores y periodistas viajó a España para dar fe de los terribles acontecimientos y enviar sus crónicas desde el frente. Fueron muchos los corresponsales de prensa, activistas antifascistas, que pusieron voz a la guerra civil española, entre ellos Nico Rost, que reunirá sus vivencias en un pequeño libro, Desde el frente libertario español.

Llegados a este punto he de comentar que si hay algo que me gusta de un libro es que conecte con otros libros, otros personajes u otros escritores, libros que llevan a otros libros, escritores que llevan a otros escritores. Encontrarme con Iliá Ehrenburg por las páginas de este libro fue una agradable sorpresa.

La Segunda Guerra Mundial ha terminado y es momento de que la vida vuelva a abrirse paso, pero la vieja Europa ya no volverá, son muchas las cosas que han cambiado, que han desaparecido, entre ellas los antiguos barrios judíos. Nico Rost narra con nostalgia los recuerdos de una infancia entre las callejuelas del barrio judío de Groninga en Los amigos de mi padre, describiendo las costumbres de las gentes de la Folkingestraat y la Nieuwstad. Tras la Segunda Guerra Mundial, más de tres mil de sus habitantes no volvieron a sus hogares.

En su narración, Nico Rost me recuerda a Stefan Zweig, Iliá Erhenburh, Patrick Leigh Fermor, Chaves Nogales, Joseph Roth, y algunos otros cronistas de aquella vieja Europa que tras dos guerras mundiales quedaría definitivamente enterrada. La historia se tomó su tiempo para destruirla.

Contraescritura ha reunido estos tres relatos de Nico Rost en un mismo volumen bajo el título de Reportajes antifascistasEs de agradecer que su editora, Marta Martínez, no se rindiera tras conocer la gran historia que había detrás de Nico Rost. 


Reportajes antifascistas. Nico Rost. Contraescritura, colección ConTextos, 2016. 
157 páginas. 20,00 euros.